A veces, cuando en casa te sientas a tomar el aperitivo y te pones a ver algo en la tele, o simplemente te pones a charlar con los amigos, te das cuenta que has terminado con los aperitivos y no queda nada, te gustaría seguir, la charla está interesante. De buena gana, sacabas algo más, y con eso comíais todos, pero ¡qué pena! no hay nada.
Hoy vamos a preparar, eso que os falta en vuestro aperitivo definitivo. Algo muy sencillo de hacer y con muchas posibilidades, variedades y sabores.
Ingredientes:
250 g de salmón fresco
200 ml de nata ligera para cocinar 18% M.G.
Pepinillos en vinagre
1 cebolla pequeña
Sal
Cocemos el salmón en una cazuela con agua y un poco de sal, durante unos 10 minutos. Lo suficiente para que el salmón quede bien hecho. Retiramos, dejamos enfriar y limpiamos. Apartamos posibles espinas y restos de piel.
En un vaso de batidora, añadimos la cebolla bien picada, los pepinillos,la nata para cocinar y una pizca de sal. En este caso, he utilizado pepinillos pequeños, un puñado, como seis o siete, creo que son suficientes. Todo depende del gusto que le queráis dar, más o menos avinagrado.
Batimos todo con la batidora. Procurando que quede un crema compacta y sin grumos.
Atención, un consejo. De esta manera ya tendríais un paté para consumir en el momento, aunque un poco ligero, está riquísimo. Pero si queremos un paté consistente como los que podríais comprar en cualquier supermercado. Debemos cocer al baño María.
Añadimos el paté en el recipiente elegido, preferiblemente uno de cristal, que luego podremos utilizar para presentarlo en la mesa. Introducimos este en el horno caliente, lo colocamos dentro de otro recipiente con agua caliente, y horneamos a unos 180º durante 30 minutos. Pasado este tiempo comprobamos si el paté está listo. Si el paté se mueve como si fuera un flan, perfecto. Dejamos enfriar unas horas. Siempre es preferible prepararlo de un día para otro. Aunque la espera sea larga.
Así tenemos preparado nuestro aperitivo o nuestro entrante. Vosotros decidiréis.